ARTE MESOPOTÁMICO: ASIRIA


La cuarta y última parada en nuestro tour del arte de las civilizaciones de la antigua Mesopotamia es Asiria.

Asiria abarcó una vasta región de la Alta Mesopotamia entre el III y I milenio a.C. Se cree que toma su nombre de Assur, una de tantas ciudades acadias que se fundaron a orillas del río Tigris, así como su deidad principal en el III milenio a.C., y que se convertiría en su primer capital. Los orígenes del Imperio Asirio se remontan al siglo XXV o XXIV a.C., cuando Sargón de Acad unió a todos los pueblos semitas, acadios y sumerios bajo el Imperio Acadio, a partir de cual se fundaría el llamado Imperio Antiguo Asirio hacía 1813 a.C. por el monarca de origen amorrita Shamshi-Adad I, aunque en los momentos iniciales la Dinastía Real Asiria estuviera sometida al poder de la Babilonia de Hammurabi debido a la turbulencia que reinaba en Mesopotamia.

Tras la caída de la Tercera Dinastía de Ur a comienzos del II milenio a.C., los asirios lograron establecerse e imponerse en la región que había sido previamente controlada por neosumerios y acadios, aunque no fue hasta el I milenio a.C. cuando se convirtió en un vasto imperio, el Imperio Nuevo Asirio, gracias a su formidable ejército y el carácter esencialmente bélico de sus gobernantes, alcanzando también en esta época su mayor expansión y esplendor artístico gracias a la innovación y el empleo de recursos artísticos ilimitados.  Fue durante esta etapa imperialista cuando los monarcas construyeron las ciudades capitales de su Imperio, convertidas en centro del poder real, con imponentes palacios ricamente decorados con relieves que idealizaban a los soberanos. Estas fueron, sucesivamente: Kalkhu (Nimrud), Dur-Sharrukin (Khorsabad) y Nínive, destruida en el 612 a.C. y sobre cuyas ruinas se asienta la actual ciudad de Mosul, aunque fue la primera capital del Imperio Asirio, la sagrada ciudad de Assur, la que se convirtió en el principal centro de producción artística durante el II milenio a.C.

A pesar de que la principal referencia cultural, ideológica y artística de los asirios fue el Imperio Acadio, la relevancia y envergadura del arte asirio fue tal que tuvo un sello propio fácilmente identificable en su arquitectura y relieve escultórico, en los que se aprecia también la tradición cultural de Babilonia y de los distintos pueblos que ocuparon su espacio en cada momento (hititas, hurritas, arameos, fenicios, etc.). Al igual que en el caso de Akkad, el arte servía para transmitir y exaltar el poder absoluto del rey, que era elegido por los dioses y gobernaba en nombre del dios asirio, Assur, que era representado como un disco solar alado (imagen izquierda), bajo un férreo sistema militar.

Aunque los asirios tenían acceso a canteras de piedra y calizas y mármoles de buena calidad extraídas de los cercanos montes de Armenia, estos materiales sólo se utilizaban para revestir muros exteriores y reforzar las bases de edificios como torres o zigurats y palacios, empleándose principalmente ladrillos y adobe para su construcción.

Los palacios se elevaban sobre plataformas o terraplenes de planta rectangular y se componían de diversos edificios construidos en torno a grandes patios. Las paredes interiores de las grandes salas eran suntuosamente decoradas con láminas de alabastro, ladrillos esmaltados o azulejos policromados, bronce, oro y madera esculpida, así como inscripciones y relieves histórico-narrativos en los que predominaban las escenas bélicas y de caza para exaltar las cualidades divinas del monarca (imagen derecha). 

Un buen ejemplo de ello es el famoso grupo de bajorrelieves de alabastro y yeso que adornaban una pared interior del Palacio Norte de Asurbanipal en Nínive, datado entre 645 y 635 a.C., y que representan escenas de una cacería ritual de leones protagonizada por el rey y sus asistentes (imagen izquierda).




Con respecto a los elementos arquitectónicos empleados en sus construcciones, empleaban las bóvedas falsas y verdaderas (de medio cañón y apuntadas), así como el arco de medio punto y elíptico para las puertas monumentales, como la Puerta de Adad, en Nínive, en las afueras de Mosul, destruida por el Estado Islámico.

En cuanto a la escultura asiria, con gran presencia en el interior de los palacios, protagonizada casi exclusivamente por la figura exaltada del monarca en acciones bélicas o de caza con fines propagandísticos, y era realizada en piedra, mármol o alabastro yesoso con gran detalle y realismo anatómico, demostrando un alto grado de perfección técnica. Un buen ejemplo de ello eran los toros o leones androcéfalos alados de hasta 5 metros de altura con cabeza de hombre con barba rizada, cuerpo de toro o león y alas de águila, que protegían la entrada al palacio, como en el caso de los toros alados del Palacio de Sargón II en Khorsabad, Dur-Sharrukin.


BIBLIOGRAFÍA

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